LA CASADA INFIEL Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena, yo me la llevé del río. Con el aire se batían las espadas de los lirios. Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. Le regalé un costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río. Federico Garcia Lorca (1898 – 1936) ROMANCERO GITANO A CASADA INFIEL E eu que a levei ao rio pensando que era donzela quando já tinha marido. Foi na noite de Santiago e quase por compromisso. Os lampiões se apagaram e se acenderam os grilos. Já nas últimas esquinas seus seios adormecidos ao meu toque floresceram como ramos de jacintos. A goma de suas anáguas ressoava nos meus ouvidos como uma peça de seda por dez facas feita em tiras. Sem luz de prata nas copas tinham as árvores crescido e um horizonte de cães ladrava longe do rio. Passados os pés de amora, os espinheiros e os juncos, sob sua mata de pêlos fundei um ninho no limo. E fui tirando a gravata. Ela, tirando o vestido. Eu, o cinturão com revólver. Ela, suas peças mais íntimas. Nem nardos nem caracóis têm uma cútis tão fina, nem os cristais sob a lua reluzem com tanto brilho. Suas coxas se me escapavam como peixes surpreendidos: metade plenas de lume, metade cheias de frio. Aquela noite corri o mais belo dos caminhos montado em potra de nácar, sem rédeas e sem estribos. Não quero dizer, palavra, as coisas que ela me disse. À luz do discernimento sendo homem, sou comedido. Suja de beijos e areia trouxe-a comigo do rio. Com o ar já se digladiavam como se espadas - os lírios. Comportei-me tal qual sou: como um cigano legítimo. Dei-lhe um baú de costura, grande, de fina palhinha, mas não quis apaixonar-me porque, já tendo marido, me disse que era donzela enquanto a levava ao rio. |
Tradução: m. c. ferreira
Û Ý ´ ¥ Ü | * e-mail: Elson Fróes |